jueves, 15 de octubre de 2020

El amor después del amor

 


 El disco de los discos. La razón por la que aún existen las disquerías. El emblema tácito de los 90. La esencia de los domingos al mediodía. La piedra filosofal de los viejos. El que no es conceptual pero es un concepto, lo cual es importante para entender que no trato aquí de analizar el disco con todo lo que ello implica sino que busco desmenuzarlo pura y exclusivamente a través de mí. Siempre tuve la costumbre de usar los discos como soportes emocionales. Como ese cartón bajo la pata de la mesa que la mantiene más o menos derecha. Y elegí aquel que nació en el mismo mes y año que yo porque nunca está de más recordar que ser predecible es una virtud mal entendida. Bienvenidos a esta introspección medio berreta que hace rato tenía ganas de desarrollar acerca de por qué El amor después del amor del gran Fito Paez representa para mí no sólo una gran obra del rock nacional sino una suerte de novela sobre esta vida que sé habitar apenas. 
 Desde los primeros tintineos se avecina la que está volviendo pero no de vuelta: la valentía de la apuesta después de la apuesta. Qué poderoso es declarar que "me hice fuerte ahí, donde nunca vi, nadie puede decirme quién soy", qué poderosa esta idea de las luchas internas como pasadizos, como códigos propios que nadie más decodifica, como herramientas de un solo uso, con todos sus contextos particulares. Vos sos así y asá porque te pasó esto y lo otro, te hicieron esto y aquello, dicen. Claro, negar que el amor propio es con otros es llenar de agua un tupper pinchado. Aún así, la esperanza en lugares inesperados es mía. Por eso tal vez se parezca a este rayo de sol. Fito elige el tema homónimo como introducción para, en resumen, marcar un punto de partida: somos con otros, construimos desde uno. Por eso jugamos, por eso amamos después de amar, por eso ponemos sobre la mesa las cartas que tenemos mirando de reojo las de amigos y enemigos. Así se empieza a escribir la idea que reforzó mi personalidad todo lo que pudo entre los poderosos coros de Claudia Puyo: no estás hecha de los demás, estás hecha con los demás.
 A continuación se viven los dos días en la vida que ninguna de nosotras quiere perderse: esos instantes en los que cualquier marco teórico se reduce a la satisfacción moral de un acto de libertad, citando con valentía a Rodolfo Walsh. De Thelma y Louise se puede decir mucho pero me basta con decir que funciona porque su historia es una historia y no una moraleja. Aprendí a medir películas desde sus intenciones pero también, y sobre todo, desde su alcance. Callie Khouri, la guionista, tuvo muchos problemas para que aceptaran su trabajo porque ver mujeres defendiéndose a los tiros era una idea bastante polémica para el Hollywood en esa época. Hoy por hoy, claro, serían superheroínas de cualquier entrega de Marvel. No podemos pegarle un tiro al patriarcado, sin embargo esta canción es mi mano extendida para quienes considero compañeras en la lucha por prenderlo fuego. 
 Veníamos en ritmo, moviendo la patita. Nos metieron en una historia de aventura, de autopistas y viajes al infinito. Ahora ponemos pausa para conocer a Verónica, una actriz con vibras de olvidarse sus líneas como Cecilia Roth en En terapia. Sí, es un oportuno paralelo con la sonrisa que inspiró todo este álbum. Escuchamos un tema primaveral, suave, espiritual. Es por eso que le adjudico todas mis madrugadas introspectivas. Pienso en ella como se piensa en un espejo. Lleva el nombre con el que me interrogo, cada tanto y con más culpa que incertidumbre, cómo quiero hacerme.
 De repente, sacudiendo jaulas, como huracán en un día soleado de 24 grados, volviendo al ruido del ruido, irrumpe ese riff beatlero de Tráfico por Katmandú. Más contestador que contestario, canta con la bronca del que es interpelado por las injusticias. Nos encontramos con la banda soporte del Lennon de Power to the people, una metáfora intermedia entre instaurar la dictadura del proletariado y hacer una columna en Revista Anfibia. Muchas veces me he ubicado en ese lugar que mira de lejos pero quiere entrar en escena, que declara con reparos buscando participar, que se sensibiliza en tono moderado incluso dentro de la militancia. Y debo decir que todo esto es útil para el inútil acto de escribir que tanto disfruto.
 Claro, señora, es el momento de bajar un cambio. De no cambiar. De sentarse en el sillón del living con el mate lavado a llorar un rato mirando los pajaritos por la ventana. Es el momento de limpiar los muebles con aire nostálgico, de poner Aspen bien bajito para no despertar a nadie de la siesta. Es el momento de que un furioso pétalo de sal ruede por nuestras mejillas. Entramos a los bares que no cierran para calentar una garganta cansada. Como la de Fito cada vez que dice Madrid y su aroma a exilio conmueve al más frío de los historiadores. Porque nada te importa en la ciudad si nadie espera. Lo que sí importa, señora es que los años pasen y nos pongan como quieran pero nunca indiferentes. Será parte de mi largo epitafio.
 Y así, con un misterio de cementerio, entran tímidas Sasha y Sissí. Antes fue el cine, ahora es la cutura literaria. Basada en el mito de El círculo de baba, esta canción nos trae un aire de cuento infantil con sabiduría oriental. Sissí la serpiente: lo nuevo, lo atrevido, lo transformador, Sasha el sapo: lo viejo, lo experimentado, lo instruído. Todo este conflicto representa la idea de que nos partimos a la mitad, de que siempre somos ambos, de que reptamos puteando con las dos pieles pero disfrutando de ellas. La baba de sapo que rodea a la serpiente son nuestras creencias, nuestras limitaciones que regulan la acción en una sociedad determinada. No obstante nos sirve el equilibrio para entender cuándo dar el salto de apostar y cuándo caminar el terreno de lo conocido. Es posible un balance. ¿No se trata siempre de eso acaso? ¿No nos tratamos nosotros mismos de eso? De sentarnos en la mesa a negociar entre lo impuesto y lo disrruptivo. Al menos así, desde ese eje de análisis, puedo hablar del ser humano y de su olvido.
 Queridos humanos olvidadizos: pongansé la camiseta para recordar que somos hinchas de Un vestido y un amor, clásico indiscutible de nuestro rock. Sé que los argentinos nos cansamos de escuchar cómo compuso Rodolfo esta gema, en 15 minutos, medio borracho, para que Ceci lo perdone por romperle tanto las pelotas. Y así y todo, con el fastidio que podría acarrear una pelea, el tipo le dice a quien solía ser una mujer casada que las luces siempre encienden en el alma, como una declaración de lo inevitable entre los dos. Nos habla de la magia de encontrar sin buscar: tu película favorita en el cable, tu canción preferida en la radio, tu viejo amigo en la calle. Esta parte del relato me habla de todo lo bueno que supe amar de pronto, incluso en sus peores mañanas. Porque en la sorpresa también está el amor, querido humano, y es el combustible que nos vuelve gloriosos. 
 Hablando de Gloria, que es Divina y es conmovedora, ahora nuestro protagonista intenta escaparle a la finitud misma del éxito. Abrimos bien los oidos para escuchar la primera frase más primera y más frase de la historia de las canciones: "tu amor abrió una herida porque todo lo que te hace bien siempre te hace mal". Sería una falta de respeto no citarla entera, parafrasearla o presentarla como algo más que no sea lo que es: una cachetada de realidad. Somos invitados a disfrutar mientras se pueda. Porque cuando no se puede, tenemos un tango al mango revoleando la cabeza al son del carraspeo de Goyeneche, aunque lo que escuchemos sean los arreglos de Cerati. Fito dice que el triunfo ha muerto, que ganar es triste como el parpadeo de las luces a lo lejos. No quiere caer en las Tumbas de la Gloria, las tumbas de Luca o de Miguel Abuelo, pensar que nada mejor puede ocurrir y abandonar este mundo en su más alocada cima. Por eso pide que no lo dejen regodearse en las buenas viejas nunca, en que todo tiempo por pasado fue mejor, porque ya bien nos explicó Luis que no vale la pena ni la dicha de nadie en este mundo.
 Voy a aprovechar esta última seguidilla de nombres ilustres de nuestro rock para hablar del co-autor de la siguiente canción. Hola, Charly querido, pónganse cómodo que usted también forma parte de mi biografía. Y quién mejor que él para hablar de música, del long way to the top de AC/DC. La Rueda Mágica es la rueda que persigue un sueño, el del pibe y la piba que cierran la puerta y tiran la llave, que se van de casa a tocar rocanrol y no vuelven nunca más. No, nunca pude tocar más que un Sol y un Fa con una cejilla paupérrima, pero la música me ha mantenido a flote en el naufragio de mis incertidumbres. Me ha invitado a soñar como en la Rueda, perdida en una inmensa ciudad que no sabe que existo y en mi anonimato me hace sentir más capaz que nunca. 
 Unos que se sentían anónimos y de un momento a otro se volvieron eternos entre generaciones son los Beatles, con los que bailaremos en alguna vieja casa del lugar para hablar de Creo. Con la guitarra de Gustavo de fondo una vez más pienso en lo maravilloso de creer en cuidar el amor de todo lo que le haga mal, de creer en la conexión genuina entre dos personas. En definitiva, creer sentenciando la razón tan definitiva como suficiente para amar: "yo creo y con eso basta". Siempre sentí que amar apostando es la única manera de amar. No conozco ni quiero conocer otra.
 Tampoco quiero conocer otra voz que me conmueva más que la de Mercedes Sosa. No por negación, señor, sino porque estoy muy segura de que no sería eso posible. Por emotividad histórica, por las meriendas en mi casa de la infancia, por los abrazos de mis viejos. Una vez dije que mi primera madurez fue llorar escuchando cantar a la Negra. Nunca volví a decir nada tan cierto sobre mi persona. En El Muro de Los Lamentos se detiene el tiempo para traerme una zamba medio tristona fiel al estilo latinoamericano, mezcla de carnaval y grito de guerra (Fernanda, sos vos?). Este aire fresco de zamacueca deja un dúo sentido que guardo bien adentro del baúl de los recuerdos
 Y es como recuerdo que le sirvió a Fito escribir La Balada de Donna Helena para hacer su película. Del cine a la literatura y otra vez al cine. Por eso me interpela, claro. Resulta que Urdapilleta es un ladrón de autos y Grandineti, su fiel compinche. Un día se cruzan con Susú Pecoraro, una especie de demonio que desaparece gente sacándole fotos para llevarla a un infierno limpio de culpas. Un delirio ridículo de media hora, así como yo un viernes con medio tubo de vino encima. Es en esa línea de seducción bizarra es que concluye esta balada rockera. Esto va en negrita porque la ridiculez y las baladas rockeras son gran parte de lo que soy.
 Y hablando de concluir, sí, todo concluye al fin, bien dijo Soulé. Así que ha llegado la hora de empezar a promediar con Brillante sobre el Mic. Malditos seamos los que pensamos un poco en los videos pedorros de casamiento o en Tinelli y sus clips emotivos de Videomatch enchufados de prepo. La cosa es que sí, Mic es la abreviatura de micrófono como suponemos, y hoy está en la mano de la reina del rock argentino Fabiana Cantilo. Rodolfo ya estaba con Cecilia en ese entonces pero le dice a Fabi en retrospectiva: "prefiero que sigamos, mi amor, presos de este sol". Porque así la va a recordar. Brillando como el sol, cantando con toda la honestidad y el poder que sabe dar, habitando su existir donde ya no actúa de rockera (es acaso una pose impostada siempre, ¿ah?), caminando eterna por los pasillos de su vida. Así me gusta recordar a la gente: honesta, en su salsa como quien dice, disfrutando, conectada con su esencia. Porque así de mucho disfruto caer en lugares comunes para luego darles la forma que se me cante bien el orto.
 Perdón, estaba muy sumida en lo dulce de ese mensaje pero la entrada de los palillos me recordó lo inevitable. Se me hace tarde, ya me voy. Me voy como quien no quiere la cosa porque se hizo tarde en la ciudad para hablar del mítico A rodar mi vida. El cierre definitivo para el disco definitivo. La Honky Tonk Woman de Fito, supo decir la R*lling St*ne. Me cago en su afan sergiomarchiesco de querer comparar todo. Basta de Clics Modernos como referencia musical ad eternum. Crezcan. Crezcan porque la vida no sigue como nos hacen creer: empieza de nuevo. "Todo empieza siempre una vez más". Salimos a dejar señales únicas, hacemos cruces propias y ajenas más livianas, escribimos con sangre nuestra historia. Por suerte me queda mucha en el tintero todavía.
 Fito dijo en una entrevista: "Hay una segunda vuelta, otra oportunidad para todo. También tiene el significado escondido de la vida después de la muerte. Entonces creo que todas esas cosas que están adentro del título hicieron que sucedería algo con eso. Yo, por supuesto, no tenía idea. Es que las palabras en sí te utilizan también, pero alguien tiene que poner en escena eso". Vaya si he sabido, Rodolfo, ponerlas en escena. La canción homónima es todo lo que pienso y puedo decir sobre el amor. Dos Días en la vida, mi feminismo. La verónica urge como mi necesaria introspección. Tráfico por Katmandú se disfraza de mi punk interior enojado con la Casa Rosada. Pétalo de sal, la añoranza de mil noches que me hicieron quien soy: una boluda sensible. Sasha, Sissí y El Círculo de Baba es el Maestro Yoda que no sabía que necesitaba. Un Vestido y un Amor, mi combustible para querer lejos del padecimiento. Tumbas de la Gloria obra de recordatorio para no confiarme cuando el tren parece ir llegando antes de lo previsto. La Rueda Mágica me invita a confiar en mí y en lo que sea que desee lograr. Creo me hace entender que en que puedo bailar con los Beatles de fondo "y con eso basta". Detrás del Muro de los Lamentos es el mate cocido con leche en Belgrano, mi viejo y querido porteñazo, donde por suerte cada tanto se paran los relojes. La Balada de Donna Helena vendría a ser el porrito que bajo cada tanto en el balcón con un Rutini, en la que quizás sea la representación más trillada de cualquier habitante de Palermo. Brillante sobre el Mic es mi manera de atesorar lo compartido. Y A Rodar Mi Vida es el final que me gustaría darle a mi autobiografía: un párrafo simple que diga que sí, que todo puede ser una mierda, pero qué mierda más hermosa, viejo.
 He sabido tanto, Rodolfo, poner tus palabras y tu música en escena que El amor después del amor será en infinito mi banda sonora.