martes, 27 de enero de 2015

"Las pasiones tienen mucha prensa"

 "Jugarse la vida por lo que te apasiona es tener vocación, que no te importe más que la sonrisa de felicidad en la cara de los chicos, que ellos hagan que todo valga la pena, que ser docente por y para ellos sea lo único que cuenta, eso es amor por la profesión". Y yo me pregunto en qué margen entra el amor propio, el reclamo y el debate por condiciones laborales dignas, el intercambio de problemáticas áulicas entre colegas, las frustraciones confesas cuando un proyecto no sale como esperábamos por trabas burocráticas, los maltratos y la poca estimación de nuestro rol como educadoras. Me pregunto también qué será la pasión expresa en ese discurso emotivo si no es el completo abandono de nuestra dignidad, nuestra supeditación a la explotación justificada en aguantar "por amor al arte". Los medios de comunicación, los directivos, los padres, los pares, nos exigen abandonar nuestra capacidad crítica para delegarla en una incondicionalidad ficticia. Porque siempre hay condiciones, porque reivindicarlas es la mejor forma de desempeñar nuestra labor con honestidad. El dedo acusador indaga y escruta los motivos que llevaron a vari@s a elegir esta carrera en vez de defender el lugar que nos merecemos como profesionales y apoyarnos en este sinuoso camino. Es un juicio moral tan contraproducente que termina justificando un vacío: el agujero del sistema en materia de educación. Si todos decidimos encarar esta difícil tarea, ¿no sería lo más sano aconsejarnos, contarnos entre mates qué nos aqueja, movilizarnos para cambiar lo que nos obligan a digerir sin peros? ¿En qué influye si la decisión es algo casi innato, si fue la última opción, si nos resulta fácil? Creer que podemos dar lo mejor en todo ámbito, abriendo espacios para transformar la realidad, es el único motivo que debe prevalecer a la hora de conversar sobre nuestro presente y futuro docente. Confiar en nuestra capacidad y la de los demás, apostar a ella, esa es una declaración importante.
Es imposible no querer a los pibes, y por eso les quiero enseñar que amar tiene condiciones. Ojalá este esquema se reproduzca en miles. Me creo y practico este principio.
Muy sabiamente me dijeron que las pasiones tienen mucha prensa, que juzgar rellena el autoestima de otros. Debemos hacer mucho y nos hacen tan poco. Ahora entiendo mejor qué quiero y qué no para mi porvenir, que la voluntad no es algo mágico y que lo que realmente aporta a una mejor posteridad es apreciar el panorama con los ojos del bien colectivo.

2 comentarios:

  1. Yo llevaría mis pibes a tu aulita sin dudarlo un segundo, ami (corazoncitorosa)

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    1. Con flequillo y gafas de científico los quiero, que tomen la merienda en tubos de ensayo (L)

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