domingo, 23 de abril de 2017

¿Cuánto vale?

¿Cuánto vale este dolor que se amasa por dentro,
esta angustia,
esta rabia,
esta ausencia inexorable,
cuánto vale?
¿Cuánto vale, compañera,
tu foto en el noticiero
y en las redes sociales,
que cuestionan tu valor según criterios morales,
que mañana te harán un número,
o te convertirán en el insulto a una novia,
en el silencio frente al abuso laboral,
en el piropo,
cuánto vale?
¿Cuánto vale que salgamos a buscarte
todos los días,
con la fuerza que nos queda
para no trastabillar entre tanta mierda,
que acecha en cada esquina,
en cada taxi al que le memorizamos la patente,
en cada "avisame cuando llegues, no vayas sola que es tarde",
cuánto vale?
¿Cuánto vale para el Estado la vida de una piba
que sale a enfrentarlo en las marchas,
que le reclama trabajo,
que se levanta a las seis de la mañana,
o ninguna de las anteriores,
cuánto vale?
¿Cuánto vale para la Justicia la vida de los machos,
a los que deja ser y hacer,
a los que justifica y avala,
para esta Justicia cínica
que se guiña el ojo con la policía
en todas las denuncias,
en todos los miles y miles de casos,
que nos matan un poquito a todas
que son los cuchillos que se acercan,
sin prisa y sin pausa,
cuánto vale?
¿Cuánto vale para todos que hoy vivas nos queramos,
si mañana la excusa será el patrullero,
la catedral,
tu cuerpo que disfruta de la sexualidad
como y cuando se le cante,
el megáfono,
el aborto,
la calle cortada,
la familia,
la propiedad privada
y el amor,
que es uno solo y si es "distinto" está mal?
¿Cuánto vale pelear
para que dejen de cuestionar que viajabas sola,
que tomaste cerveza,
que vestiste así o asá,
cuánto vale?
¿Cuánto vale hoy, amiga, prima, hermana,
este poema,
que se tropieza con su propio miedo
pero que busca ser un pequeño engranaje
en el motor de cambio,
para que dejemos de preguntarnos
si estás en alguna provincia y no te acordás tu nombre,
si esa camioneta blanca de la que hablaban en Facebook te llevó,
si el tipo que conociste en la cancha en realidad no era tan bueno,
si es que la semana que viene vas a aparecer
en una bolsa de basura a mil kilómetros
o a tres cuadras de casa
y lo último que te dije fue "nos vemos mañana",
cuánto vale?
Y sé que vale este grito
de cansancio,
de hartazgo,
de principios,
este grito
que no pide permiso
ni busca ya convencer a nadie,
que rompe pared a pared,
ladrillo a ladrillo,
la casa de impunidad
de los hijos de yuta que nos quieren ausentes.

Estamos acá,
por las que ya no.
Tienen que parar.
Van a parar.

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